Sin duda, la producción ecológica está en auge. El incremento en superficie ecológica entre 2012 y 219 ha sido del 46%. Como declaró Luis Planas, ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación el año pasado, “estamos en buen camino para cumplir con los objetivos que plantea la Unión Europea (UE), en línea con las estrategias ‘De la granja a la mesa’ y biodiversidad de la Comisión Europea, con los objetivos nacionales y estratégicos de la futura Política Agraria Común (PAC), pero sin perder de vista el necesario equilibrio entre sostenibilidad y rentabilidad”.
En cuanto a sectores y producciones, los datos muestran que esa transición hacia lo “eco” se ha dado en mayor medida en aquellos cultivos que más facilidades tienen para el cambio. En ese caso, la mayor parte de la extensión agrícola ecológica hace referencia a pastos permanentes, seguido de cultivos de tierras arables como el tubérculo o legumbres y, por último, a cultivos permanentes como frutos secos, olivar o viña. El cultivo de fruta y hortaliza ecológica, por ejemplo, aún no presenta cifras relevantes en términos de agricultura ecológica, debido a las dificultades añadidas que encuentran tales producciones para hacer frente a plagas y enfermedades.
En cuanto a la ganadería ecológica, también se incrementa año a año, aunque España en este caso no está a la vanguardia. De hecho, disminuyó levemente el último año.
Sin duda, la gran demanda por parte del consumidor hacia productos “eco” es una de las causas directas de tal incremento, tanto en superficie ecológica como en operadores. La pandemia mundial derivada del Covid-19 ha favorecido también este crecimiento: las personas cada vez quieren alimentos con menos sustancias químicas, más naturales y con menos intermediarios. ¿El reto? Hacer que para agricultores y ganaderos la producción ecológica sea factible y rentable.
FUENTE: La Vanguardia